No cesa de nombrarte mi
garganta
Y aun cuando mi corazón
se espanta
Logra invadirte por
entero en sus adentros.
Habitas frutalmente el
firmamento
De la tierra que tengo
como planta,
Y en tu huida mi alma se
agiganta
Pudiendo apaciguar este
hundimiento.
Ahora pues, ya no ando
temerosa,
No me vence el silencio
imperturbable,
Ni la espera se vuelve tortuosa.
No hay ya soledades
destrozables
Si tu imagen aparece
deliciosa
En manantial de recuerdos
imborrables.